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  "Ecce Homo" - Pilato mostra Gesù al popolo   En los últimos dos siglos ha habido muchos tentativos de ofuscar e incluso neutralizar la figura histórica de Jesús. En consecuencia el ataque comprometía también a los Evangelios: efectivamente se consideraba que estos escritos habían sido elaborados muchos años después de los hechos narrados. Habrían sido escritos cuando ya el proselitismo estaba muy arraigado y necesitaba ser acreditado con pruebas escritas. Mientras algunos estudiosos y críticos contaban el mito de Jesús y las falsas credenciales de los Evangelios, otros profesionales de varios sectores hacían descubrimientos arqueológicos, paleontológicos, recuperaron manuscritos, papiros y otro material que decían otra cosa: Jesús realmente había existido y los textos evangélicos narraban lo que hizo, sus ideas y sus palabras.

     Un ejemplo entre muchos, y no es el más importante. Sabemos gracias a la historiografía que ya al final del primer siglo estaban en circulación los cuatro evangelios y se hablaba con un preciso conocimiento de causa sobre el periodo en que fueron escritos y sobre los autores. Ireneo era obispo de Lión y murió mártir; él había sido discípulo de Policarpo (muerto mártir en el 155) y Papia (también él martirizado en el 160), respectivamente obispo de Smirne y de Ierapoli, los cuales a su vez habían sido discípulos de Juan el evangelista.
Ireneo deja numerosos escritos redactados entre el 150 y el 202 (año de su muerte); él afirma que Mateo escribió su Evangelio mientras Pedro y Pablo estaban predicando en Roma, por lo tanto antes del 64, año del incendio de Nerón y el sucesivo martirio de los dos apóstoles; qué Marco acompañaba a Pedro como intérprete y escribió el Evangelio según lo que Pedro predicaba; que Lucas era seguidor y médico de Pablo y su evangelio remarca la predica del Apóstol de los gentiles; que Juan divulga su Evangelio mientras vivía en Efeso (la tradición dice que, ya de viejo, lo dictó a Papia), y murió bajo el imperio de Trajano, que gobernó desde el 98 al 117. Si nos ponemos a comparar las dos fechas que acabamos de indicar, los Evangelios fueron escritos entre alrededor del 60 y del 110, y habían transcurrido entre treinta y ochenta años después de la muerte de Jesús; había pasado demasiado poco tiempo como para crear un mito tan complejo sobre la vida, las obras y las ideas de un hombre.


     Desgraciadamentte a las filas de los denigrantes se han sumado actualmente eminentes teólogos católicos y protestantes, la mayor parte de los cuales son catedráticos. Ellos gozan de cierta autoridad en sus campos y tienen mucha influencia a nivel cultural como para condicionar el estudio y la dirección teológica. En las universidades teológicas europeas (y entre ellas las de excelencia vaticanas), se están enseñando, en forma más o menos ligera, los viejos conceptos de la falta de historicidad de Jesús bajo un elegante e hipócrita oportunismo. En resumen, para decirlo de manera simple, se enseña que no es importante que Jesús haya existido; ya que, muy probablemente él es el fruto de la transformación en un nuevo mito más concreto, realista y popular, que ni los viejos mitos paganos que las esperanzas de la masa para que haya un cambio social y moral de la sociedad han vuelto actuales: ¡un mesías revolucionario! Lo importante, concluyen diciendo los eminentes teólogos, es no perder la esencia cultural de este "mito", sus ideas de cambio y una existencia más armoniosa; o sea que es de desear que permanezcamos fieles a la Iglesia, que desde siempre (?) mantiene vivas estas verdades.
     Razonando de esta forma se desautoriza completamente el valor del concepto de Cristo e Hijo de Dios, que ya el cardenal Walter Kasper, gran teólogo, se había preocupado de hacer con su libro "Jesús el Cristo".
     En este océano melifluo han empezado a navegar, incontrastables, las ideas de ciertos conferencistas: autores de ciertas y discretas publicaciones: entre ellos hay óptimos etimologos (estudiosos del origen de las palabras antiguas) y filólogos, (estudiosos de los textos antiguos), pero que no se confrontan con la historia, debido a esto la Biblia se vuelve un libro de cuentos; ¡hay también historiadores que lamentablemente no se acercan mucho a la filología y para ellos Jesús ha existido en función de espía romano!

     Si, en este océano borrascoso, el barco del Evangelio sigue navegando y continúa dando lecciones de vida y de saber espirituales, no de mucho agrado para quienes detentan el poder y quieren controlar el saber no pueden hacer otra cosas más que buscar grietas en el barco de Jesús y hacer que se hunda.
     La Conferencia Episcopal italiana (CEI), en cumplimiento a lo establecido en el Concilio Vaticano II, procedió en el 1965 a llevar a cabo una revisión completa tanto de la Biblia (Viejo Testamento), como de los Evangelios, Actos de los apóstoles, Cartas apostólicas y Apocalipsis (Nuevo Testamento). ¿A qué fin? Tenía que quedar bien clara en las Escrituras la teología católica; como para querer decir que al hijo no lo tiene que parir la madre sino al contrario. ¡Además tenía que estar escrito no sólo en un buen italiano, sino que tenía que ser armonioso leerlo durante los rituales y que pudiera ser adaptable al canto! Los textos, según las indicaciones CEI, podían ser adaptados con respecto a los códigos griegos (la fuente principal del Nuevo Testamento), lo importante que resultara en "armonía" con la Vulgata, es decir la traducción latina de San Jerónimo, que ya de alguna manera había sido "retocada" por la Iglesia.

    Como fruto de esta operación nacieron textos sagrados llenos de errores y omisiones. En el bautismo de Jesús, por ejemplo, en el cap. 17 de Mateo, desaparece la "nube luminosa" de la que se oyó "una voz que decía: "Éste es mi Hijo predilecto, en el que me he complacido. Escúchadle". En el 1986 una nueva comisión vuelve a poner la nube en su lugar. Además en la exhortación de Jesús en el capitulo 12 de Marco: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con toda tu fuerza", desaparece "con toda tu alma" (ψυχησ, psikes, alma) después de "corazón": sentimiento, inteligencia y fuerza son más fáciles de explicar que alma! En el apocalipsis el Reino de los cielos se vuelve un reino de sacerdotes (Ap 5,10): “De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra”, en vez de "un reino y sacerdotes": ¿quizás una candidatura a las elecciones del nuevo reino?

Vangelo fatto tradurre dal greco dal cardinal Roncalli patriarca di Venezia, futuro Giovanni XXIII


     Probablemente no era esta la intención de Juan XXIII, en relación con la revisión del Evangelio, cuando convocó el concilio. En efecto durante su patriarcado en Venecia llamó a quatro figuras literarias entre los más famosos helenistas italianos de aquel tiempo, y les dio la tarea de traducir en italiano los cuatro evangelios del texto en griego; en el 1958 fue publicado el Evangelio, con el imprimatur del mismo cardenal Roncalli, y fue traducido por Nicola Lisi, Corrado Álvaro, Diego Valerie, Massimo Bontempelli.
     La última bala disparada contra el Evangelio ha llegado a tocar el Padre nuestro
     “No nos induzcas en tentación", según los expertos bíblicos vaticanos, es una frase ambigua, que puede ser malentendida: daría la imagen de un Dios malo, casi sádico, que se divierte poniendo a las almas a prueba. “No nos abandones en la tentación", en cambio, volvería la divinidad más paternal, más amorosa.
     En cualquier sistema lingüístico las palabras no tienen sólo un significado inmediato, sino que poseen la capacidad de volver visible la acción verbal. El verbo abandonar te trae a la mente un objeto, un animal, una persona ya en deterioro, que está sufriendo, como efecto de un desastre, de un accidente, de una mala voluntad o de un desagradable acontecimiento ajeno al sujeto que está en situación de abandono. De hecho se abandona a un perro en la autopista, se abandona una casa peligrosa después de un terremoto, a una persona se la abandona dejándola languidecer después de un accidente, una pareja que se deja cuando se acaba el sentimiento. Si llevamos el concepto a la acción divina, abandonar expresa sobre todo cinismo, ruptura moral o sentimental, desinterés, insensibilidad. Dios aparece mucho más débil y poco perfecto, cínico e insensible.

Vangelo interlineare di Matteo: traduzione letterale del testo greco del Padre Nostro


     Además no se explica la causa de la tentación: parecería ser un factor externo, desconocido, ineluctable y superior a las fuerzas humanas; el sujeto en un estado de abandono no tiene capacidad de reaccionar porque el efecto, que la causa le ha producido, es más fuerte que él. Y ya ésta es una evidente contradicción con las Escrituras mismas que dicen: "Dios es fiel y no dejará que seais tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1Cor 10, 13). Pablo hace una precisación muy clara: Dios no tienta, pero permite que algún otro lo haga. ¿Por qué se tiene miedo de explicar esto? Sin embargo en el n° 2033 del Catecismo de la Iglesia Católica se afirma que "la catequesis (según el Diccionario Zingarelli es la instrucción elemental de las doctrinas del Cristianismo), ha tomado tradicionalmente como base el Credo y el Pater”. En el Catecismo mismo se habla de "tentación" del maligno (CCC n° 1520). En efecto en el Pater cuándo suplicamos “líbranos del mal", usamos la traducción del evangelio en latín del Volgata (la traducción de San Jerónimo “liberanos nos a malo"; en el texto griego se usa el término πονηρου (ponerù) que se traduce "líbranos del maligno".

     Jesús le define "el príncipe de este mundo"(Juan 12, 31); fue aquel que tentó a Jesús mismo durante los cuarenta días en el desierto; aquel que desempeña la tarea de reforzar la capacidad del libre albedrío del hombre; la tentación pone de manifiesto las faltas de la naturaleza humana y las debilidades morales y psicológicas individuales. Si estas son las tareas que le corresponden a dicho príncipe, su poder no puede ser superior al que le ha confiado dicha misión: no hay dos dioses, uno del bien y uno del mal.

     El príncipe no puede ser superior al rey, pero es fiel y respetuoso a su mandato. “Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás al Señor, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella”. (Job 1,7). Emblemática la respuesta del maligno que quiere demostrarle a su rey que está haciendo de lleno su deber, sin detenerse nunca, con dedicación. En el libro de Job, satana va a la presencia de su Dios y duda de la fe del rico árabe que sin sus fortunas, según el maligno, no sería tan fiel a Dios; Dios da a satanás el permiso de tentar a Job, primero en las propiedades materiales, luego en la salud y por fin en la psique a una condición: de no perjudicar su vida.

     El Evangelio no puede ser tergiversado ni modificado por la incapacidad o la mala voluntad de aquellos que tendrían que ser los primeros enseñantes de las cosas sagradas, los sacerdotes. San Jerónimo, que estudió los evangelios, afirmaba que "¡la ignorancia de las Escrituras es la ignorancia acerca de Cristo"! Sin embargo se presupone que para enseñar el Catecismo a los chicos, los catequistas lo tengan que haber leído por lo menos; una de las primeras reglas que el Catecismo imparte la encontramos en el n° 133: "La Iglesia exhorta con fuerza e insistencia a aprender la sublime ciencia de Jesús "Cristo" (Fil 3, 8). Si San Pablo define las palabras de Cristo "ciencia sublime" significa que tiene un valor inconmensurable: ¡no dice bella, ni grande, no la define tampoco magnífica o óptima o grande, sino que la califica como manifestación de la ciencia al sumo grado!
     Poseemos por lo tanto un cofre repleto de las gemas espirituales más preciosas que jamás fueron ofrecidas a la humanidad y no tenemos que permitir que quede escondido o que se le impida a quien quiere acceder a la sabiduría espiritual; debería ser puesto bajo tutela para que nadie se adueñe de ello para conseguir o consolidar su propio poder cultural-moral.